Dicen que la belleza está en el cuerpo.
Un cuerpo proporcionado es bien visto.
Una silueta perfecta es un manantial para la vista.
Hombres y mujeres son expuestos a esta palestra de críticas y prejuicios.
El mundo se ciega, pierde la vida buscando la belleza.
Lloran frente al espejo, agonizando de dolor por la ausencia de tal belleza.
Ante el encuentro de una silueta imperfecta que no sacia el mundo, que no sacia el alma.
Pero el cuerpo es solo una máquina que lentamente se deteriora.
Y por más accesorios y reemplazos que realices, esta máquina pronto fallará.
La belleza reside en el alma, esa que deja huellas y que marca en vida.
Te provoca pasar la vida entera con quien la posee.
Porque el cuerpo podrá envejecer,
pero la belleza del alma se mantiene intacta hasta el día de la muerte,
trascendiendo más allá de ella,
quedando en la memoria,
que te acompaña y te apacigua en los momentos de tormenta,
cuando recuerdas el alma de aquel cuerpo perecido.
Entonces, ¿qué es la belleza?
Belleza es la esencia del alma, de quien logra inspirar y no saca provecho.
Solo derrama sinceridad y su presencia ilumina el espacio por donde pisa.