Yo daba codazos en la barra,
tú entraste en silencio como un fraile,
de fondo, Cortez con su guitarra
construía castillos en el aire.
A mí me faltaba un arcoíris,
a ti te sobraban tres botones.
¿Te vienes?, le pregunté a tu iris;
dijiste que sí, sin condiciones.
Dejamos al miedo sin respuestas
tapándole la boca a las preguntas,
colgamos las normas en la puerta;
tu océano surqué de punta a punta.
Mis manos conservan aún tu talle
y guardan el tacto de tus pechos.
Igual olvidé algún de talle,
sin querer, al reconstruir los hechos.