¿Cuál es mi nombre?
¿Cuál es mi patria?
¿Cuál es mi estirpe?
Tal como he saldado a mis deudores,
te ruego con mis acreedores;
por tus dones bien administrados,
otros nuevos me son otorgados
y una fantasía como señuelo,
que sin fatiga ando, corro y vuelo;
revelas que mi estirpe es tu nombre,
ya gozo la libertad del hombre.
Has curado mi herida, dolores
no me pueden ya atar, ni temores;
alzas mi voz hasta entarimados
donde se proclaman mis rimados;
tu luz en mi razón da consuelo
con mis palabras, aun con revuelo;
tu Reino venidero es mi patria,
a tus pies se ha prosternado el chatria.
No la del mundo, sino por tu paz,
obro contra toda alianza voraz
que pretende engullirnos como un haz
o diluirnos con aliento mordaz
y, en la Tierra, extinguirte de su faz.
No son meros y vanos rumores
sino fuerza que brama en clamores
que abogo, elevado a tus estrados,
por los herederos desterrados;
afronto un encarnizado duelo
para que no repte por el suelo,
si evoca mi nombre, el de tu estirpe,
con que todo gen rastrero extirpe.
Para quien quiere evocarme pondré:
porque me exaltas, mi nombre es José;
sin acento, el nombre que deseché;
Pepe, si anhelas que estrecho a mí esté;
en piedra blanca, el que sólo yo sé.
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