Coronadas de espinas infamantes
pregonan irascibles sus condenas
con voces y gemidos infernales
las almas desterradas de la vida.
Oliendo palpitantes a miseria,
sabiendo de la muerte en las papilas,
con lágrimas y rezos se desangran
las almas desterradas de la vida.
Ya no sienten ni albor ni anochecida,
sus casas no son casas son escombros,
sus niños ya no juegan están muertos,
son vecinas del odio y la venganza,
ya no esperan la paz ni la esperanza,
las almas desterradas de la vida.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO