Camino a la complejidad de señales sin sentido, donde lo difuso se apodera de las sensaciones, aniquila el progreso social e imposibilita la integración racional.
Se habilita la ausencia como forma natural de segregación y es este continuo estado lo que provoca llegar a la pureza. Me niego a volcarme por completo a ese destino. Deseo soledad, pero no casarme con ella, deseo contactar con el exterior, hallar la manera de inhibir la disociación continua; aquella que se arraiga a mi como significado de autenticidad.
No quiero continuar enganchado a esta forma. Quiero explorar, conocerme más allá de mi mismo, deseo entender las extensiones de mi personalidad, conocer sus límites y escapar del confinamiento. No es el miedo lo que me conduce a estos pensamientos. Es el no querer pertenecer a la nada, el no querer ser un desapercibido recuerdo encasillado en el misterio.
Miradme con honestidad sintiendo el vértigo arder en el interior de tus más profundos sentimientos. No es acaso de esa viva forma como el amor debe sentirse, no es acaso qué todo lo sentido es para el propio disfrute. La inquebrantable verdad es que solo estamos hechos para sentir la detonación encerrada en nosotros, y que es intransferible. El tercer estado de la memoria es el amor con la vida y la muerte a cada extremo.
Destrozad mi carne de ser necesario, encerradme en la dimensión secreta de la tierra.