Me gusta verte humanista
con tus perros y gatos
dándote al mundo
con alma dulce y clara.
Me gusta que te sientas sensible.
Ellos serían grandes espectadores
mientras caemos en lunas desesperadas.
Déjalos que en sus ojos se reflejen
llamas armoniosas
que queden fijos
que ladren con nosotros
que maúllen y tiemblen.
Déjalos mirar
a los cuerpos danzar.
Campanas suenen, griten también
que sientan que somos su naturaleza
dicotomía y fuerza animal.
Salgamos a la Sabana
bosque con aroma a fruta madura
que sean las manzanas quienes nos muerdan.
Muramos en ellos
en tierras ajenas
a chorros, a gritos.
Mueran los cuerpos en la
metrópolis de esta ciudad
que sientan que somos fieras, también.
Morimos en la compañía de ser
nosotros mismos,
encadenados al ritmo y rito del placer
con la manta cuerpo
que nos cubra hasta el amanecer.