Con los acordes de Lennon,
la noche se hizo la loca
cuando el último gin lemon
pasamos de boca en boca.
Borrachos como dos necios,
alquilamos nuestras almas
sin tasar antes sus precios
y, al soltarnos del trapecio
que sostenía las ganas
de nuestros desnudos cuerpos,
nos saltaron las alarmas
que el mar enviaba en reflejos
de una luna que temblaba.
Volamos como gaviotas
desde el Trinquete al Mesana
y del Mesana al Trinquete,
y salpicando sus gotas,
alguna ola lejana
le ordenó a Neptuno vete.
La luna se durmió sola
y se quedó en bancarrota
el ancla de la manzana...
Y el mar... nos hizo la ola...