Llévate tu drama (y no lo olvides en mi puerta)
No vuelvas, en serio,
ya hice espacio… justo donde enterré tus excusas.
Mis fantasmas tienen mejores modales que tú,
y al menos no prometen volver “cambiados”.
No intentes arreglar nada,
lo averiado también se bota.
No soy tu proyecto de redención,
ni tu taller emocional de los domingos.
No traigas rosas,
no tengo jarrones para falsedades florales.
Y si vienes con lágrimas,
trae trapeador: ya no limpio desastres ajenos.
Hazte a la idea de que morí…
o mejor, que nunca existí.
Así te ahorras fingir que lo sientes,
y yo, verte actuar —mal, otra vez— tu peor papel.
Porque hasta el silencio, mi amor,
es más sincero que tu intento de reinicio,
esa versión 2.0 que nunca arregló
el código roto de tu forma de amar.