Me hubiera gustado que el tiempo no corriera,
que el reloj se rindiera ante nosotros,
y poder andar, sin prisa ni frontera,
en ese sendero de flores azucenas.
Sin miedo, sin final, sin despedidas,
con tus manos abrazando mis heridas,
con mis ojos descubriendo tu reflejo,
como quien mira el cielo desde lejos.
Quisiera que el instante no expirara,
que tu risa se quedara y mi memoria no fallara,
que el amor no supiera de distancia
y que tú y yo fuéramos una historia eterna siempre escuchada.