Si rompí la calma,
fue por intentarlo,
ser quien adora al alba,
en su momento amargo.
Fue una palabra rota,
sin ritmo ni nota,
que dejó un fragmento,
un eco de otro momento.
Después del desconcierto,
el mundo volvió a dormir,
mi corazón roto e incierto,
volvió al centro del mar… para fluir.