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El hombre que quiso decir

El hombre que quiso decir

 (a la memoria de Luis Cernuda)

Si el hombre pudiera decir,

tú lo dijiste por todos.

Con la voz entre cenizas,

pero intacta.

Con el temblor de quien ama

sabiendo que el amor no será perdonado.

 

Nombraste la verdad

como se nombra un dios caído,

y la belleza

como se acaricia a un enemigo.

 

Si el hombre pudiera decir

lo que el corazón calla por mandato,

tú lo gritaste en tus versos,

sin estridencia,

como un río que sabe

que nunca llegará al mar

pero aun así fluye.

 

Fuiste el que amó en la sombra,

el que besó con palabras

porque la carne dolía,

porque el mundo no entendía

que un cuerpo puede ser

también un templo.

 

La libertad no era un himno,

era el calor de otro cuerpo dormido,

la piel sin juicio,

el deseo sin culpa.

Y tú,

exiliado de todos los exilios,

nos enseñaste

que la única patria es amar.

 

Hoy tus versos aún arden

en la página abierta

como una confesión sin fecha,

como un nombre susurrado

tras la puerta cerrada.

 

Y yo te leo,

como quien reza

sin dios ni perdón,

pero con la esperanza

de que amar no sea

nunca más

un delito.