No pensé volver a escribir algo de ti,
pensé abstenerme de sentir…
y dejar que el tiempo se encargue de borrarte del corazón.
Decidí alejarme voluntariamente…
sin cuestionarme ni lamentarme,
solo quise terminar…
para que ya no duela más.
Avanzar por el mañana que vendrá…y no mirar atrás,
intentar seguir el camino…sin dar otra oportunidad.
Creí que podía lidiar con lo que vendría,
estuve convencido que sería lo mejor…
para evitarme más dolor.
Regresé a casa como siempre…
después de un largo trajinar,
el bullicio de la ciudad,
el movimiento de la urbe,
su tumulto y caos…
evitaron que todo el día me acuerde en ti,
hasta estuve convencido que te había superado,
que tu ausencia no era letal,
y que la soledad de mi rutina…
pronto se acostumbraría a tu distancia,
que volar lejos era habitual en las aves como tú,
y que a lo mejor yo también lo podía intentar.
Y a que no adivinas lo que sucedió,
llegué a casa…como todas las tardes…cayendo el ocaso,
abrí la puerta de mi morada…y ya no te encontré,
ya no estabas ni entre aquellas esperanzas que solía imaginar.
Era cierto que te habías marchado…de las promesas y las ilusiones,
ya no apareciste en los sueños…ni como espejismo ni como delirio,
te había perdido definitivamente…después de tanto arriesgar.
Y aunque tengo desgarrada el alma…tal vez es una señal,
tal vez sea preferible así.
Te deseo buena suerte estés en donde estés,
yo te lloraré esta noche…y mañana ya veré.
Quien sabe y despierto con la fe prendida…
en alguna otra mirada que me haga renacer.
Adiós, amor mío,
no se pudo en esta vida,
adiós.