Al albor que subyuga a un pretencioso viajero,
quien marcha fatuo a foscos senderos.
La fauna que oye le clama que deje el camino;
Mas, su ego y la cuita sellaron su destino.
Lóbregos cánticos que tiznan los bosques silentes,
Ingenuo viajero los toma por cantares fervientes.
¿Qué no ve que se acercan sibilinas saetas?
A su espaldar acechan tinieblas muy poco discretas.
Estrellas atestiguan su rea vid lacerante
pues fue sentenciado al pisar lugares distantes.
Entre ellas murmuran palabras endebles;
Pues sus vanos intentos terminan en feble.
Aquel viajero cegado que se iría al despojo,
caminaba señero en la senda mortal.
Con más pasos que diera, su destino era rojo;
No llegó más lejos, pues alcanzó su final.