El Corbán

CAUTIVERIO VOLUNTARIO

Estoy atado a ti sin que lo pidas,

como un esclavo a cadenas fingidas,

pues basta el gesto torpe de tu calma

para arrasar con muros y con alma.

No necesitas guiño ni promesa:

mi voluntad ya duerme en tu pereza.

 

Me seduces sin danza ni argumento,

sin carmín, sin gemido, sin aliento;

y si te dignas a mover un dedo,

yo caigo sin honor, sin ley, sin credo.

Tu arte más letal es la apatía,

tu “no hacer” me deshace cada día.

 

Mas cuando sí decides provocarme,

no hay dios que baje presto a rescatarme.

Tus labios juegan guerra sin disparo,

y yo, sin dignidad, me ofrezco claro.

No lucho, no razono, no protesto,

tan sólo caigo al centro de tu gesto.

 

Y tú, tan impasible, tan ufana,

con la virtud tejida en porcelana,

ni sabes cuánto gozo tu falso desprecio,

ni cuánto amo perder... ni cuánto te aprecio.

Atado estoy, sin fuga ni redoble,

porque solo tú haces, que nada sobre.