Permite que tu boca me domine,
diluye mi vergüenza en tu pasión,
y deja que tu cuerpo me calcine
en llamas de ardorosa comunión.
Destruye mis temores y recelos,
explora mis vertientes y sabanas,
que tiemblen los infiernos y los cielos
al ritmo de tus ansias y mis ganas.
Violenta marejada nos sumerge
con olas que se rompen en gemidos.
y ardiente, como el magma, pronto emerge
un cuerpo con dos seres ya fundidos.
La noche ha sido cómplice y se calla;
espera por la próxima batalla.