LITURGIA DE TU NOMBRE
Te canto con la voz de las estrellas,
no con trinos de aves, sino con silencios
que guardan el sabor de lo sagrado:
tu corazón, reloj que marca siglos.
El prado abre sus venas de perfume
al rozar tu cintura de raíces,
y los ríos —espejos de la luna—
buscan en tus caderas su camino,
dibujando mapas en tu piel de musgo
donde solo el verano se atreve a navegar.
Eres el vértigo que inventó a los dioses:
tus senos, cosechas de auroras;
tu espalda, arco que tensa el horizonte,
tu vientre, promesa donde inicia el tiempo.
En tus ojos pardos anidan constelaciones
y tu cabello es noche que devora soles.
¿Cómo nombrar lo que no tiene nombre?
Si eres el huracán hecho calma,
la primavera que quema al desnudarse,
la paradoja que desarma mi lenguaje.
— LMML.