Tomo el cuchillo. Ato al niño. Preparo el holocausto y allí, antes del sacrificio, con alma desgarrada, en esa mañana brumosa, le dijo a Aquel que lo escuchaba, prométeme, que así, como yo hago todo lo que pides por que confío en Ti, Tú confiaras en mí, y sacrificaras a Tu hijo para mi salvación, y de mis descendientes, y en ese mismo instante, un instante eterno, el cuchillo y la lanza penetraron ambos cuerpos, y el carnero y la cruz se unieron en un pacto de sangre y redención.