Alexandra I

Humildad.

 

Cantando baja el riachuelo, por la escarpada montaña
aprendiéndose mil mañas, hasta hundirse bajo el suelo
por donde corre ligero y se adentra en sus entrañas.

De nada sirve el desvelo, si no apoya la constancia
aprende a guardar las ansias, valora bien cada paso
y llegaras al ocaso de tu vida en plena gracia.

Sabio escuchar, aprender, cultivarse como tierra,
al final es nuestra esencia la que transciende en este viaje pactado
donde la pálida muerte viaja siempre a nuestro lado.

El alma es rayo de sol que resplandece en los ojos

escapando del despojo de nuestro traje carnal
tan frágil y tan banal.

Solo quedan al final esas fértiles semilla

esa sencilla ceniza que tu cuerpo donará
donde brote maravilla, de lo que fue vanidad.

Corteza de la corteza de nuestro duro bregar

soñar,  reír,  recrear en el paso por la vida
sabiendo que la salida sigue en el mismo lugar.

Todos vamos a la par recorriendo el mismo rumbo

es la humildad esa estrella que resplandece en la frente
la que nos hace más fuertes, mas humanos, más profundos.

Se cuidadoso al juzgar, no extremes en el rigor

rechaza el falso pudor y extrema la dignidad
pues con la vara que hoy mides, un día te medirán.