No todo se mide en cifras, pero hoy las cuentas hablan claro: con cada peso que se ordena, renace un poco de amparo.
La pensión ya no es solo número,
es respiro, es pan del día, y si el arriendo encuentra ayuda, se alivia un alma en vigilia.
Luz, agua, techo y abrigo, el teléfono que aún suena, todo encaja como piezas en una vida más plena.
No sobra, pero alcanza, cuando el corazón administra y la voluntad se convierte en la mejor contadora de conquistas.
Que vengan los días que siguen, con sus cuentas y sus giros, que aquí estamos preparados, sumando sueños, restando miedos multiplicando motivos.