DENTRO DEL PECHO
Sigo firme, con la frente altiva,
como el ande que no se quiebra con el viento,
aunque el alma se me moje cada día
y en el vaso se me esconda tu recuerdo.
No necesito palabras torcidas
ni adornar la herida con disfraz,
porque el dolor, cuando es de hombre, se respira
y se calla mientras se aprende a caminar.
Te fuiste, y no dejaste despedida,
pero tu sombra aún recorre mi rincón.
Yo, terco como todo aquel que ha amado,
le sirvo otro trago al corazón.
No lloro, no. Solo miro el horizonte
como quien espera algo que no volverá.
Y en cada sorbo, entre amigos y silencios,
brindo por lo que fue y ya no será.
Pero sigues dentro, como canto viejo,
como eco de un amor que no murió.
Y mientras existan cantinas abiertas,
yo seguiré brindando...
por tí.
© Corazón Bardo