En mi hogar la alegria es fachada,
para resanar un desierto de valores
que con berraquera aran soñadores
antes que una mina inmole la tierra.
En esta tierra sembramos balas,
cosechamos muertos.
La historia la escribimos con sangre
y asi la ingnoramos.
Hay calles que no se nombran,
pueblos que ya no existen en los mapas,
familias que temen contar su historia
si al hacerlo se repite.
Pero aún hay niños que dibujan,
ancianos que susurran memoria,
y poetas que escupen verdades,
locos que aún hablan de justicia.
Mi hogar es un país enfermo
en el que escribo sin miedo.
Porque en mi país nadie lee,
y los que leen luego no hablan,
al que habla nadie lo escucha,
y si le escuchan no le creen,
pero si le creen... lo callan.