🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

AUTORRETRATO III

 

Autorretrato III

Hace veinte semanas escribí mi retrato
donde hablé mi pasado, demostré aquel sustrato
que de niño tenía, sin embargo, ocultaba.
Mas ahora, subrayo la pasión que quedaba
al momento que el mundo suspiró la armonía;
era todo preciso, solo un sueño tenía
y les digo, de veras, que lo voy recorriendo.
Me inspiraron los cielos, todo fue como estruendo
y también los poetas con supremo optimismo,
y me dije una tarde: «la confianza en ti mismo
es la clave del triunfo. No des tregua a la envidia
ni tampoco al escollo, ni cizaña o perfidia,
solo dale al silencio la razón. Dios te escucha.
Es mejor ser humilde, fuera o dentro, en la lucha,
construyendo caminos, deshojando quimeras.
Es mejor ser valiente, ser ejemplo, de veras».

De repente una anciana que pasaba, me dijo:
«la firmeza demuestra que no existe acertijo
ni borrasca inclemente. Toma en cuenta la fecha.
La memoria es un frasco, cuya entrada es estrecha
y no hay nada imposible. Suele ser redimida
con el tiempo solemne que recorre la vida
y las huellas que dejan las arrugas. No temas,
solo aquel que desiste no resuelve problemas,
invadido de quejas, con el llanto a la cumbre.
Es la vida un espejo, tradición y costumbre
donde fluyen los rayos del que ofrece la luz,
cuyo puzle se observa sin llegar a la cruz;
es decir, solo en vida. La misión es sencilla,
suele haber desafíos que vislumbran la orilla,
por ejemplo, calumnias de los viejos lugares,
se sabrán las historias, te dirán a millares
que detengas la marcha, que te embriagues con vino,
soslayando hasta el credo del gobierno divino.
Está en ti, por lo tanto, no desviar la señal
del camino que un día fue la meta inicial.
Parlanchino no seas, que el que calla atesora,
mas aquel que se embebe la verdad siempre ignora.
Solo es sabio quien tiene claridad y sutileza,
mejor dicho, la fuente de virtud en la cabeza:
esa gnosis fulgente que detiene conflictos
y detalle a detalle propondrá veredictos.
De eso trata la vida, perseguir la verdad,
siempre y cuando camines sin causar gravedad.

Al hacer un silencio, respondí muy sereno:
«yo no dudo del sueño, pero sí del veneno
que es soltado por bocas. Lo que dice es real.
En la vida el amigo sobrelleva el puñal
con el cual aniquila los devotos felices.
Siempre pasa y no acaban esas vil cicatrices
y ya sabe ocultarlo, disfrazado de hermano.
Es, por tanto, serpiente cuando ofrece su mano,
cuando estrecha la boca sobre alguna mejilla.
No hay amigos veraces, solo existen polillas
y es ahí que la vida se va al fondo del lodo.
Es mejor no contarlo porque el mal está en todo,
evitando peligros que escabullen tragedias.
Solo puedo afirmarlo que las dulces comedias
siempre nacen del tiempo, donde todo es feliz.
Cuando cortas al árbol, sea así la raíz
y no habrá más tristeza. La confianza es secreto,
no se vende por nada ni por algo completo,
solo brinda su voto cuando muestra la cara
la persona en el mundo. Pues jamás se compara
con la dicha oprobiosa. Suele ser afectuosa.
Las espinas taladran, pero nunca la rosa.
Es así de sencillo, mi estimada señora,
agradezco el consejo, lo pondré con la aurora.

Ella al verme, me dijo, sea así jovencito
y que Dios, te permita, derribar lo infinito.
Es por eso que sigo, construyendo mi dique,
con el sueño a la cumbre, siendo ejemplo el cacique.
Es mi vida, por tanto, la razón que me guía,
fabricando constante la inmortal poesía.

                                Samuel Dixon