La brisa me besa,
como si supiera que duele volver,
como si el mar leyera mi pecho
y jugara a confundirme otra vez.
El sol acaricia la arena,
pero dentro todo es gris.
Rio por fuera, me quiebro por dentro,
¿cómo puede doler tanto un lugar feliz?
Las olas me rozan los pies
y arrastran recuerdos sin pedir permiso.
Susurran tu nombre, lo traen y se va,
como si el viento aún creyera que te preciso.
La espuma baila alegre en la orilla
y yo aquí, quieta,
entre querer quedarme
y no querer sentir más.
La playa no juzga mis lágrimas saladas,
las mezcla con su agua y las vuelve parte del mar.
Quizás por eso vengo, aunque duela,
porque aquí…
puedo llorar sin explicar.