Ayer me topé con Francisco, después de mucho tiempo que no lo veía. Nos habíamos criado juntos, fuimos al mismo colegio, conocí a sus padres, muchas veces estudiamos juntos. A pesar de su origen humilde, como el mío, nunca faltó una rica merienda preparada por su difunta madre. El no estaba cuando falleció, porque había ido detrás de una novia angoleña, Y ella, se había marchado a América, a un estado por demás frío, donde los inviernos eran largos y del nunca había oído. Sin embargo, pese a que habían roto la relación, al marcharse. Ella se fue a casa de un familiar en Estados Unidos quería estudiar algo y en tal caso trabajar El fue con una maleta y un bolso para pasar dos meses y medio, trabajando de voluntario. Era la primera vez que salía de su país. Como todo lo que me contaba y era un poco tarde, para seguir la conversación, en una esquina. Lo invité a que subiera a mi casa y podríamos hablar más tranquilos. El subió las escaleras, respiraba más bien suspiraba, entre peldaño y peldaño. -Oye Francisco, no puedes estar tan mal, por lo que me cuentas- Se hizo un gran silencio y se le humedecieron los ojos. Casi no le salían las palabras. -Es que esa chica con la cual yo creí que era el amor de mi vida, por lo cual había dejado mi país y mi gente también nuevamente me dejó.- Pero le interrumpí¿ Cómo que te dejó ? Si, finalmente estuve esos dos meses y medio tratando de sobrevivir.-Pero obviamente no conseguí trabajo, ella me decía que tenía que buscarme la vida, que limpiara casas o me ofreciera para cuidar gente mayor. Pero entre mi escaso vocabulario y tú me conoces bien, Marta, siempre fui muy tímido, no es porque tenga veintinueve años supiera algo de la vida. No sabía ni freír un huevo, le acerqué un pañuelo. Me daba profunda pena, ver a Francisco así,- Es que esa ilusión de formar una vida juntos se disipó el mismo día que ella conoció a alguien que le iba a proporcionar papeles y estar legalmente. Se casaría con ella y tendría toda clase de comodidades, tú la conociste cuando ella estaba aquí, Marta, era una mujer exuberante y con una gran sonrisa, cariñosa y sumisa- Ahora le respondí,- no sería tanto cuando te dejó en un abrir y cerrar de latas. En pro de tener una vida de comodidades, figúrate, si no te hubiera dejado, seguramente no hubieras sido feliz con ella-.