LA TRINIDAD DE LOS ÁRBOLES
La noche que nos ampara, a mi lado tres árboles, tres copas
se acarician ellas, sutiles y tímidas las hojas.
Ellos de robustos cuerpos, de raíces profundas los tres,
Estoy seguro que habita la más alta deidad en sus ramas.
Árboles fuertes y esbeltos testigos de arreboles y noches,
Seré testigo de esta estampa la luna desnuda con hojas,
De roble, otras muchas, de álamos y africanas acacias,
Qué ropajes más preciosos son los que visten los árboles.
Cuántos besos y cuántas promesas guardan las arboledas,
Insanas cicatrices de nombres, de flechas, de corazones.
Perdonadas quedan esas diabluras, rúbricas enamoradas.
Todos los bosques lloraron, cuántos clavos fueron tres,
En aquellas manos sin pecados, Gólgota trinidad y lágrimas.
La trinidad de los árboles, horizontes de eucaliptos y abedules.
Somos comparados con ellos casi nada, solo les damos llamas,
Ellos respiran nuestras sucias y azufradas calles en maitines.
Y a cambio nos otorgan oxígenos, clorofilas, flores y primaveras,
La divinidad perenne de los pinos, la sobriedad de los robles,
La longevidad ancestral de los divinos olivos, y las higueras.
La Trinidad de los árboles, son padres e hijos divinidades.
Qué no se me olvide la dulzura, ni de los árboles dulces frutas.