MADRE
Eres cuna y raíz a la vez,
sublime alquimia del amor.
Contigo descubrí que la existencia
es un refugio de encuentros,
un espacio donde germina
la vida en eterna comunión.
Aprendí a dibujar mis sueños
en lienzos de esperanza,
y a darles voz con tu mano,
mientras el tiempo tejía
que en tu mirada habita el universo
y en tus pasos, mi propio latido.
No hay voz más dulce que el silencio
que guarda tu entrega infinita.
El amor terrenal no conoce cumbres
más altas que tu nombre, madre:
faro eterno en mi tempestad,
abrazo que convierte el miedo en luz.
Y aunque las palabras naufraguen
en este mar de gratitud,
sé que tu eco ya es semilla:
florece en cada respiro mío.
— LMML.