\"Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.\"
— Viktor E. Frankl
La amenaza invisible
Allá, a lo lejos,
un recuerdo me inquieta,
cargado de muchas mentiras
o de verdades inciertas.
La oscuridad me persigue,
una amenaza me acecha.
Puedo sentirla, puedo vivirla;
intento combatirla.
¿Qué pasa? ¿Qué ocurre?
El corazón se acelera
y transpiro muy fuerte.
Debo protegerme
de un peligro inminente.
Mi mente se contradice,
ella sabe que no existe.
Pero, por si las dudas,
las alarmas enciende...
no vaya a ser cosa
que desprevenido
me encuentre.
Y así paso los días:
siendo yo y mis circunstancias,
siendo yo y mi existencia.
También los paso
pensando y sobre pensando,
algunas veces llorando,
otras veces, más fuerte.
Echándome la culpa de algo
que no sé bien por qué sucede.
A veces es tan agotador,
parecido a la muerte.
Sensaciones de ahogo,
de encierro, de calor,
o inquietud me invaden.
Sensaciones que son balas,
atacando de muchas formas:
a veces lo hacen en fila,
y otras, en simultáneo.
Es una guerra interna
de externalidad negativa.
La procesión va por dentro,
cada vez más aislado,
evitando lo que hace daño,
evitando lo que me haría daño,
evitando... ¿algún daño?
Evitando vivir el estrés
de una situación engorrosa,
que sin querer me lastima,
que sin querer me avergüenza.
Nadie entiende qué me pasa
cuando la ansiedad se avecina:
ella toma el control de mi vida.
Nunca sabré en qué termina.
Ha pasado el ataque.
Las bombas nunca cayeron.
De estar sobresaltado,
a un excesivo relajo.
Es un alivio maldito.
Ya pasó. Ya terminó.
Pero...
¿cuándo vendrá de nuevo?