En el cáliz de mi pena,
un recuerdo se acrecienta;
una lágrima en la arena
que mi andar aún lamenta.
Transito oscuros senderos
con el duelo de testigo;
mis pesares son regueros
de una parca que maldigo.
El silencio pesa y duele,
cual lava que lenta avanza;
mi corazón ya repele
el sufrir en esta andanza.
En la noche oscurecida,
una imagen cruel destella:
va mi mano ensangrentada
que acusa esta pesadilla.