En mí habita la ira
y la tristeza,
un eco constante
de melancolía,
con una pizca
tímida
de alegría.
Algunos días me siento enamorada,
como si algo bello me abrazara.
Pero la mayoría de los días…
estoy decepcionada.
Vuelvo, sin querer,
a esa triste agonía
que se ha vuelto
mi compañía.
Soy un vaivén de emociones rotas,
un corazón que aún late
aunque duela.
Y entre el amor,
el enojo,
la esperanza y la pena,
me pierdo en el intento
de estar entera.