Me despierta el canto del gallo y el aroma a café
un rayo de luz dorada ciega los ojos
que aún colgados del sueño desean permanecer cerrados.
Un comenzar de nuevo; estrenamos el día
con ilusión de niños adultos dispuestos a enfrentar las batallas.
Aquietada extiendo la mano y te busco:
choco con tu piel desnuda que me llama y voy por el primer beso.
Condenada a pensar en ti, me levanto,
consciente de que te veré hasta que el día se haga viejo.
Ecuménicas miradas excomulgan los espacios
del tiempo cuando lejos te encuentras
porque te has quedado en el viento, aferrado a las palabras
que en afonía esperan calmar esta urgencia
de ensimismarte un rato. Cuando el Sol duerma,
flotaremos como fantasmas sobre el latido del amor.
Confieso que te encerré en los versos
como desnudo cuerpo bajo las sábanas
donde sólo yo te encontraré mudando de piel,
una y otra vez. Refugiémonos en el añil nocturno
dispuestos a soñar.