Madre mía, tú siempre estás para mí,
te vengo a contar y te vengo a decir
que gracias a ti no tengo que sufrir
por el cariño que contigo aprendí.
Hoy es tu día y vengo con alegría,
a darte las gracia por darme la vida
y por toda la energía compartida
cuando me invadía mi melancolía.
Y aunque el universo esté en contra de mí,
siempre me llenas de caricias y abrazos,
y con la chancla me partes en pedazos,
cuando me porto mal enfrente de ti.
Madre mía, no te compraras con nadie,
te agradezco por tus miles de enseñanzas
y por brindarme todas tus esperanzas
y en este mundo no te cambio por nadie.