Sé de tu jardín, lo hueles al tacto,
regresas con pétalos bajo el zapato,
y aunque me sonríes con besos prestados,
ya no me engañan tus brazos cansados.
Tus ojos se escapan, no saben mentir,
se van por caminos que no tienen fin.
Allí te desnudas, te olvidas de mí,
te crecen promesas que nunca elegí.
Tu jardín no tiene mis manos, mi risa,
ni aquel juramento que hicimos sin prisa.
Tiene madrugadas que no compartimos,
y el resonar de nombres que no dijimos.
Te pienso con rabia, te lloro sin miedo,
mientras te deshaces detrás del enredo.
Te guardas secretos como flores rotas,
y yo me marchito sin cerrar la boca.
No me pidas calma, no tengo perdón.
Tú sembraste dudas, yo guardo el dolor.
Y aunque regreses con culpa en la piel,
mi alma ya arde, no quiere tu hiel.