A Rebole
Óxido ferroso, palabra que me cautivó,
un encanto oculto, un ser que me atrapó.
Detrás de ese nombre, un universo se escondía,
un nombre, un apellido, que mi alma cautivaba.
A rebole me llevó, hasta el cielo me elevó,
entre nubes flotantes, mi alma se evapora.
Y en esa conversación, mi óxido se maravillaba,
con palabras que hechizan, mi corazón se llenaba.
Verso a verso, hilando sueños en papel,
conversaciones dignificantes, un alma que se revela.
Más allá de las damas de noche y glorias de la mañana,
una dicha inmensa, que el tiempo no borrará.
Un instante mágico, como la fusión de dos seres,
intercambiando palabras, que en el alma reverbera.
Hasta que el cautiverio, se apodera de mi ser,
un amor que se agranda, un querer que se hace querer.
Golpea mi pecho fuerte, ese nombre me recuerda,
un óxido ferroso, un perfil que me enamora.
Una fotografía, de un alma que me transporta,
a hogares maravillosos, donde la vida nos abraza.
Ave que vuela a tu lado, con alas de ensueño,
entre vuelos elevados, mi corazón te acompaña.
Picoteando flores, con la alegría del día,
amanecer y atardecer, un instante que se repite.
Acurrucados en un nido, la luna nos contempla,
su luz se expande, el amor se acrecienta.
Así se agranda el amor, entre dos corazones,
te amaré por siempre, en todos los rincones.
Autor: Antonio Pais