Pensar demasiado no es una carga, es un lenguaje sin traductor.
Es tener tormentas en silencio, y relámpagos que nadie ve.
Hay quienes gritan con la voz, y otros con la tinta.
Porque cuando la mente no descansa, el alma se sienta a escribir.
Dibujar no es trazo, es terapia.
Es la manera más serena de vaciar un pensamiento que no cabe en sí mismo.
Cada línea, cada palabra, es una fuga de presión,
una rebelión contra la prisión del pensar constante.
No busco belleza en lo que creo, busco escape.
Porque amar, reflexionar, recordar... todo sucede en exceso.
Y en ese exceso, nace el arte.
El que piensa demasiado, vive varias vidas en una.
Por eso escribe, por eso dibuja.
Porque solo así se explica a sí mismo.
No es talento, es necesidad.
Es no dejar que la mente tome el control total.
Solo la tinta puede guiar tus pensamientos cuando tú ya no puedes.
Solo el arte convierte la confusión en significado.
Y ese, es el verdadero acto de libertad.