Hablo de la ventana,
como si fuese mi amiga,
con su caricia fría,
que me está matando
de extrema melancolía.
Hablo con la mañana,
como si fuese a escucharme,
con su rocío palpitante
y su belleza distante…
Escucho el viento,
tiene un dulce lamento,
que llega a embelesarme.
Hablo de la ventana,
mientras me escapo.
Cuando mi fin lo anuncia el doblar de la campana…