Y aunque nada bueno se pierda con mi muerte
será un negro espacio que no podré llenar jamás con ningun otro ser.
Porque ¿quién sino yo, sentado en las piedras del patio,
podrá soportarme hasta la madrugada, ebrio,
con una guitarra desafinada y una sola canción
agonizando?
Se necesita paciencia, ¿verdad? Dímelo a mí.
¿Quién, sino yo, se levantará de prisa, desvelado,
a escribir cualquier basura, que más tarde
se mal llamará poema y pasará a ser riqueza?
Porque, además, no lo he dicho. ¿Quién, como yo,
será rico de tan pobre y reinará el mundo
encadenado, sin cadenas?
No quiero ni pensar en el día que tenga
que echarme a cuestas ¡yo solo! tu ausencia.
Cuando toque mis bolsillos y me encuentre solo
en la vida.
sin un dólar de mí.
¿Quién me quitará la soga
todas estas noches que sobran ?
y me secará alguna caprichosa,
obesa, vergonzosa lágrima
después de leerme a Bécquer,
ya con experiencia
para que cierre al fin
el alma y duerma.
Y aunque nada bueno se pierda,
¿quién, sino yo,
me llevará un saludo y noticias de ti, amor mío,
cuando me abrace, al fin, esta tierra?