Pastor de luz, su cetro es como brisa
que en vez de trono halló la tierra herida;
su verbo no dicta, cura la vida
y al lobo da el amor como camisa.
No quiere oro: prefiere la ceniza
del justo que perdona la caída.
Es llama sin estruendo, fe encendida
que alzó del polvo el alma que agoniza.
Ungido por el tiempo y por la pena,
es puente entre el dolor y la esperanza,
silencio que en su paz habla del cielo.
León no impone garra ni cadena,
mas bien le da al amor la última lanza
y al hombre le enseña a ganar sin duelo.
* Editado para corregir el tiempo.
JUSTO ALDÚ
panameño
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