Cuando era niño, con nueve otoños recién,
mi lápiz corría, ¡pura imaginación!
En hojas blancas, un mundo creaba,
y de poeta joven, yo me sentía.
Pero al mostrar mis poemas un día,
algunos dijeron, con ironía:
\"No entiendo nada\", \"esto no tiene pies ni cabeza\",
y mi joven alma sintió gran tristeza.
Entonces escribí desde adentro, con fuerza,
que quien solo ve errores, no ve la belleza.
No busca el latido, la emoción sincera,
que nace en el alma y viaja a la esfera
de las simples palabras que el lápiz dibuja,
pero que llevan la vida, sin excusa.
Son pedacitos de mis días vividos,
sentimientos profundos, a veces escondidos.
No todos captan ese olor especial,
a las aventuras de un trazo fugaz.
Mi corazón de tinta así lo contó:
no mires la forma, siente lo que brotó.
Porque la poesía es un lenguaje sencillo,
que llega al alma sin tanto brillo.
Ahora doy paso a mi amiga escondida,
quien tras mis letras dejará su medida.
Tomará el grafito, cerrando este umbral,
donde mi sentir encontró su final.
Pues su nombre, un corazón que late fuerte,
y en cada verso, su alma que vierte.
¡Bienvenida seas, espíritu escritor,
a este lienzo de palabras, a este albor! ❤️
JTA.