Cuando tu cuerpo por vez primera se dejó recorrer
por el mío, la noche más corta se alargó en un universo
de pasiones y entregas y mis labios se embriagaron en todos tus labios
y el día más largo se acorto en todas tus caricias.
De esa noche más corta, que aún se acorto más,
surgieron un puñado de estrellas que me han acompañados
durante tantos años y de tus fuentes han surgidos los luceros
que me han abrigados en las noches frías.
Y ese día largo, el más largo, se condenso, cuando toda mi vida
fue absorbida por tu boca al salir de mi cuerpo y grabaste en mi
la luz y el camino que me han guiado en mis días de tormentas.
Ese día aun lo llevo en mí, todo condensado, todo grabado en mí y
cuando la noche más corta regresa de su cíclico viaje,
ese olor tuyo brota de mis entrañas y tu pecho y tus muslos se desnudan
lentamente y el jean azul y la blusa blanca corren a esconderse debajo de las sábanas,
dejando descubierto todo un paraíso de sensaciones
y tentaciones que se apoderan de mi ser.