OFRENDA DE ETERNIDAD
Regálame la luz de tu mirada,
el mapa dulce de tu sonrisa franca,
un beso de tus labios que destella
la llama azul donde mi alma arde.
Regálame el cristal de un día entero
hilado en la quietud de tu presencia,
para trenzar en versos de paciencia
el tiempo que te ofrezco de universo.
Regálame el relámpago de un beso
donde fundamos vértigo y quietud,
la sílaba de amor en tu respiro
que escriba en mí tu nombre verdadero.
Regálame el jardín de tu cintura,
la rosa que atesora tu fragancia,
el eco de tu voz en mi garganta
cuando la noche abre su negrura.
Regálame el secreto de tu frente,
la seda de tu piel bajo la luna,
la guerra y la ternura que importuna
tu corazón de río incontenible.
Y si me das tu surco y tu semilla,
labraré en tu raíz eterno asilo:
seré el árbol que aguarda en tu camino
con todas las estrellas en las ramas.
— LMML.