Carlos Eduardo

RALEA

 

    En las cortes el rey

era entretenido, servido, cuidado,

entre otros,

por enanos, eunucos, saltimbanquis;

 

uno de ellos,

era una persona pequeña,

sin defectos físicos,

de bigotes, varonil, bien vestido;

 

amaba disimuladamente

con locura al monarca,

sus principales ocupaciones eran

pensar y sentir como el soberano;

 

experto en envenenamiento,

homosexual sádico,

eliminaba a quienes conspiraban,

observaba, chismoseaba, se enteraba;

 

no levantaba sospechas.

 

  Mató a enemigos,

por celos, envidia, traición;

 

su majestad,

que conocía el corazón humano,

un día de celebración,

se acercó al grupo que hacía piruetas,

desenvainó la espada

y de un solo sablazo

le cortó la cabeza al maldito,

la fiesta se prendió.