En las cortes el rey
era entretenido, servido, cuidado,
entre otros,
por enanos, eunucos, saltimbanquis;
uno de ellos,
era una persona pequeña,
sin defectos físicos,
de bigotes, varonil, bien vestido;
amaba disimuladamente
con locura al monarca,
sus principales ocupaciones eran
pensar y sentir como el soberano;
experto en envenenamiento,
homosexual sádico,
eliminaba a quienes conspiraban,
observaba, chismoseaba, se enteraba;
no levantaba sospechas.
Mató a enemigos,
por celos, envidia, traición;
su majestad,
que conocía el corazón humano,
un día de celebración,
se acercó al grupo que hacía piruetas,
desenvainó la espada
y de un solo sablazo
le cortó la cabeza al maldito,
la fiesta se prendió.