Quizá es de los últimos días en los que vuelva a llorar, ahí están los frascos qué llene con mi alma por si algún día no vuelvo a despertar.
Tengo tatuado el resplandecer de no, ser un simple sueño, tengo tatuada la esperanza, que nunca se va.
Y a mi madre que un día me vio llorar y a mi dios que escucho mi llanto y saberme perdonar.
No tengo exactitudes no aplico.
Más tengo un yo y es una gran mujer.