Erika Castillo
Virtuales
Así de poco, y a paso lento, todo puede ser perfecto. Es que, con mesura y sin argumentos, la vida misma nos da el aliento. La vida no es un gran riesgo, ni todo se vive en ausencia; debemos tener sosiego: la calma nos trae conciencia.
Tampoco es que sea una fiesta, ni suele ser pena eterna. Aunque a veces nos cale y duela, el alma sueña lejano lo que temprano el cuerpo anhela. Pero si algo hay de cierto en este manifiesto, es que, de alguna extraña manera, la vida es realmente amena.
Aquí les cuento el porqué de todo esto: a veces el ego nos deja tontos y, por obcecados, ufanos y caprichosos, llegamos a creer que lo merecemos todo. Si viéramos desde la nada, muy lejos del falso orgullo, que en lo minúsculo que nos rodea se encuentra lo más profundo, tal vez el mundo cambiaría y, en gratitud, renaceríamos todos. ¡El futuro sería otro!
Sé que parece un sueño loco este tipo de soliloquio, pero realmente pienso que, si fuésemos más humildes y notáramos lo invisibles que somos, veríamos lo que en realidad sucede, lo que hoy está en frente de nuestros ojos.
Es que no hay nada que nos aleje de ver un mundo multicolor; y, sin embargo, nos desgastamos viviendo en una ilusión. En vez de probar la vida y sus sabores, nos comportamos igual que actores: vendiendo apariencias y comprando emoticones.
Hay que volver la mirada; hay que salir de esta temible trampa. Hoy, ya es una necesidad. Hay que alcanzar la calma y la sobriedad en este mundo virtual para escapar de esta jaula inmensa que tenemos en la cabeza, y que está fragmentando muy vilmente la sociedad.
Ahora, cuando la vida se transformó y, para muchos, se ha vuelto una película en construcción, me pregunto yo: ¿a dónde voy? ¿Por qué sufro en silencio si soy un influencer, un creador? Es que aún, con muchos seguidores, ¡no me conozco ni yo! Ay, por Dios. ¿Qué nos pasó?
Quizá, al final, lo que nos salvará es volver a mirar adentro. Dejar de buscar alrededor lo que siempre estuvo en el interior. Hay que empezar a crear sin miedos, sentir sin filtros, vivir en presencia y con gratitud. Porque, tal vez, la vida es mucho más, cuando nos atrevemos a vivirla de verdad, sin sumisión y con buena actitud.