Bolívar Delgado Arce

RINCONES DE ABANDONO

Desde un rincón de mi ventana oigo cada aurora

los nítidos anuncios de mirlos y torcazas

que se adelantan en descubrir el añil del horizonte,

y el sacudir, los cerros, su blanca cabellera

entre trazos y haces de dolores inusitados;

pero tú no las ves conmigo,

como igual, a los cerros vestidos del poniente.

 

Desde un rincón de mi ventana

veo todas las tardes las luces de occidente,

ojalá las vieras conmigo;

hileras de gaviotas oscuras emigran

sobre las jarcias de quietas embarcaciones,

ojalá estuvieses a mi lado.

 

Y surgen estrellas, las primeras brillantes

y otras tempranamente somnolientas;

querría mostrarte la espuma arribando

a los puertos que esperan en silencio

pero tú no estás a mi lado, y te llamo

y te envío nuevos mensajes en la cresta,

en las crestas de las olas crepitantes

y ciegas de la noche salobre

que parten desordenadas

pero cantando viejas canciones marineras,

y te llevan mis mensajes solitarios y anhelantes

que no te entregarán, que no recibirás,

porque ellos, como yo, tampoco saben

dónde estás, e igual, no sabes

desde dónde miro todas las tardes

partir bandadas de aves en hileras

y los mástiles de los barcos perderse

en el siempre ensangrentado horizonte

que vela y envuelve también

a los -como yo- abandonados puertos.

 

Bolívar Delgado Arce