Invierno, entumecida el alma
Inicia la liturgia de la precariedad
Envuelta en la bruma del privilegio ajeno.
Esperando el viaje junto a un séquito de sombras
Me embarco a codazos entre tristezas
Y rostros peregrinos que observan sin ver
A través de vidrios empañados de apatía
La cotidiana certeza de la promesa rota
Del pan nuestro de cada día.