Ato mi alma con cordel de plata
y a los designios acepto
en el mar de la tranquilidad.
Las voces pugnan en la psiquis
y en el silencio las trasmuto
con la actitud y los hechos.
El crecimiento espiritual
fluye como en aguas cristalinas
y en el limbo se sume lo banal.
¡Eureka!, con paso firme
encontré la ascesis
y en mis ojos hay lloros de felicidad.