JUSTO ALDÚ

¿Y AHORA QUÉ SIGUE?




I
Nací en el barro tibio de los días.
Algunos le decían \"barrio de Santa Ana\"
entre relojes oxidados y cantos de cigarras,
y caminé descalzo sobre el lomo del tiempo,
buscando la música que no suena con palabras.
La vida era un vaso lleno de asombro,
y bebí de él como quien no conoce la sed.

II
Amé a una mujer como se ama al fuego:
dejando que me quemara sin temor,
dejando que me alzara y me derrumbara,
que escribiera en mi piel
el alfabeto sagrado de los cuerpos.
Su risa era un dios pequeño al que recé en secreto.

III
Vi nacer a mis hijas como se ve nacer el sol:
con la certeza de que algo divino ha comenzado.
Fueron mi reflejo futuro,
mis pasos sin mis huellas,
el testimonio de que no fui sombra del todo.
Ellas me enseñaron a pronunciar el infinito.

IV
Viví con el pulso en llamas,
sin miedo al abismo, sin tregua ni cálculo.
Crucé los inviernos con la frente alta,
sembré alegría en campos estériles,
y dormí en camas tejidas por la urgencia.
Todo lo viví como si fuera eterno.

V
Y ahora que el silencio se posa en mis hombros,
que el espejo me habla con voz antigua,
me detengo al borde del día
y pregunto al viento sin nombre:
¿y ahora qué sigue?
Tal vez el alma tiene más caminos que el cuerpo.



JUSTO ALDÚ
Panameño
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