SE HIZO TARDE
Hoy se me hizo tarde.
El sueño me alcanzó a las cinco y treinta,
cuando la luz aún se filtraba entre los árboles,
como si el día se resistiera a irse.
Vi al sol despedirse,
callado, sereno,
rozando apenas la entrada del bosque,
como un viejo amigo que no quiere molestar.
Y en ese instante supe
que ya no tenía más que decir.
Soñé lo que necesitaba soñar,
y eso me basta.
Ahora vuelvo a casa,
como lo hacía de niño,
cuando el campo y yo
nos conocíamos de memoria,
cuando regresaba tras mis ovejas,
pasadas las seis y diez,
con los pies polvorientos
y el corazón en calma.
A veces creo que aún escucho sus pasos,
el eco suave de sus balidos
acompañando mi silencio.
El tiempo no se detiene,
pero en mí, todavía habita.
© Corazón Bardo