Camino descalzo sobre la espera, como quien siembra en tierra incierta, mis pasos repican en la sombra de un futuro que aún no despierta.
Golpeo puertas con manos cansadas, mi nombre flota entre oficinas mudas, y en la maraña de trámites y fechas, la esperanza, como brisa, se esfuma.
No pido más de lo que es justo,
ni clamo favores al azar,
sólo el derecho de ser oído
cuando la necesidad empieza a gritar.
Que no callen más las voces viejas, ni el silencio se imponga como ley, pues también la dignidad envejece cuando la espera no sabe de por qué.
Hoy levanto mi verso como bandera, porque escribir es mi manera de gritar, y aunque a veces la justicia se retrase,
mi palabra jamás dejará de caminar.