Te busco en mi almohada, suspiro y te llamo,
quisiera no pensarte, pero aún te reclamo.
Me duele el silencio, me abrasa este estado,
tu sombra me habita, me siento acompañado.
Intento arrancarte, borrarte del pecho,
pero todo intento resulta un despecho.
Procuro no extrañarte, o al menos lo intento,
y amarte en secreto se vuelve tormento.
Así voy vagando sin rumbo, sin calma,
con gritos de amor clavados en el alma.
No sé si es castigo, locura o delirio,
o el eco sin tregua de un triste suspiro.